DISCEPOLÍN, EL FILÓSOFO DEL TANGO TUVO SU HOMENAJE EN BAHÍA BLANCA
El jueves 27 de marzo, a las 18, en el auditorio de la Cooperativa Obrera (Zelarrayán 560), dentro del ciclo "Bahía Blanca no olvida", se proyectó un emotivo documental sobre la vida y obra de Enrique Santos Discépolo en el 113 aniversario de su nacimiento acompañado de un show musical a cargo de la cantante Gaby, quien repasó la obra del prolífico compositor con tangos como "Cafetín de Buenos Aires", "Tormenta", "Malevaje", "Mensaje" y "Uno".
“Es un honor para mí recordar la obra de Discépolo. El año pasado tuve la suerte de cantar sus temas y en esta oportunidad puedo cambiar totalmente el repertorio y seguir haciendo sus canciones porque nos ha dejado un legado tan rico y tan valioso que es imposible aburrirse de Discepolín.
“Mensaje es mi favorita, pero hay otras de sus obras que tienen un fuerte significado para mí; es el caso de El choclo que fue el primer tango que interpreté sobre un escenario, cuando aún no tenía 15 años”, expresó "La voz sensual del tango".
Con un auditorio lleno Gaby interpretó cinco tangos al iniciar el encuentro, y luego pudo disfrutarse del documental audiovisual que emocionó hasta las lágrimas a la platea que rompió en un fervoroso y sentido aplauso para despedir al genio de la nariz prominente de la pantalla de "la coope", que se volverá a encender de la mano de Dandy Producciones el jueves 17 de abril para rendir homenaje a los caídos en Malvinas con la segunda entrega del Ciclo "Historia y Tango en el Cine".
Enrique Santos Discépolo nació en Buenos Aires el 27 de marzo de 1901 y murió en la misma ciudad el 23 de diciembre de 1951.
Fue actor, dramaturgo y cineasta, aunque se destacó como compositor y letrista de tangos. Huérfano desde los nueve años, lo crió su hermano Armando, un dramaturgo del grotesco rioplatense que le transmitió su pasión por el teatro.
Debutó como actor en 1917 y como dramaturgo en 1918 con Los duendes.
Pese a la oposición de su hermano, en 1925 comenzó a componer los tangos cuyas letras angustiadas e irónicas lo convertirían en uno de los grandes renovadores del género.
Entre sus mayores éxitos figuran Cambalache (1935), Uno (1943) y Cafetín de Buenos Aires (1948).
Discépolo fue un acertado traductor de las causas y consecuencias que provocan los sentimientos.
Su óptica, siempre aguda, áspera y mordaz, se centró en el dramatismo y la tristeza de la condición humana.
No parece aventurado, entonces, afirmar que la ideología pasional de Discépolo proviene de esa escisión que lo desgarra: la cicatriz ajena.
El gran tema de su vida y de su obra ha sido el tipo de relación que logró establecer con la sociedad argentina.
Nadie hizo algo similar y cuánto más anacrónicas resultan las letras de otros autores, más actuales, por contraste, suenan "Qué sapa señor!", "Yira... yira...", "Tormenta", "Tres esperanzas", "Qué va cha che" o el infaltable "Cambalache".
Sobre "Yira, yira", dijo alguna vez: “Ese tango nació en la calle, precisamente, me lo inspiraron las calles de Buenos Aires, el hombre de Buenos Aires, la rabia de Buenos Aires.. Yo no escribí esa canción con la mano. La padecí con el cuerpo".
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